Durante mi carrera, recuerdo un caso muy claro de “intercambio de conocimiento” informal que tuvo un impacto positivo. En una ocasión, durante un almuerzo con un colega de otra área, me comentó sobre un proveedor tecnológico que estaba innovando con soluciones más flexibles para gestión de inventarios. Esa conversación, sin haberla planeado, me llevó a proponer un piloto con dicho proveedor en nuestra empresa. El resultado fue una reducción de costos del 15% en logística durante el primer año y mejoras en la visibilidad de la cadena de suministro.

Reflexionando sobre este caso, pienso que si hubiéramos aplicado la Metodología KSF®, podríamos haber amplificado aún más ese valor. La metodología nos habría permitido:

Estructurar el intercambio de ideas con preguntas clave para explorar oportunidades desde diferentes ángulos.

Validar el impacto potencial de la solución con la perspectiva de otros expertos y áreas involucradas antes de lanzarnos al piloto.

Generar recomendaciones accionables y compromisos concretos para asegurar la implementación efectiva y medir resultados de forma más precisa.

Creo que el valor de KSF® está precisamente en transformar esos momentos informales en espacios estratégicos donde las ideas no solo surgen, sino que se fortalecen y se convierten en resultados sostenibles.